Una cámara de segunda mano comprada en una tienda de Osaka alberga muchas grabaciones de diferentes lugares populares de Japón. Así nace Koi, una suerte de autor imaginario de estos vídeos, que guía a través de sus planos voyeurísticos un tour por un mundo donde “lo lejano” está dejando de existir.
Yokohama Crows es una ofrenda a los rituales de segunda mano, inútiles a los ojos del mercado pero indispensables para encontrarnos en las sombras, lejos de las luces parpadeantes de los escaparates.

En octubre de 2019 me encontraba filmando en Japón. No imaginaba que dos meses después se decretaría el mayor brote vírico que ha conocido este siglo. Sin saberlo, estaba registrando los epitafios de una época que llegaba a su fin, justo en el mismo lugar donde había empezado. A partir de 1945, el mundo devino Hiroshima. A partir de 2020, el mundo estaría marcado por Wuhan.

Del ocio a la oficina, la disrupción ante lo desconocido se diluye, la distancia que nos separa de lo ajeno se banaliza. De la plaza física a la digital, repetimos unas mismas costumbres en un mismo espacio. Entre los residuos de lo que han querido llamar progreso, encontré algo. Algo que los decorados de lo turístico y los estandartes de la reconstrucción no saben hacer.

Gestos que nos calman y nos cuidan.
Gestos capaces de envolver la nada.
Gestos que nos muestras las costuras de los grandes relatos.